RELATO TRAVESTI ESPAÑA: Sol brasileña en Valencia. Mujer Bio con arnés.
Autor: moshi
Este relato surge a partir de un hilo anterior donde se especulaba si una bio con un arnés provisto de un buen cipote de caucho podía suplir o, al menos, estar a la altura con una tranny de carajo caballar. La opinión generalizada era que no y que el atractivo de un pollón de carne caliente al que poder endurecer con la lengua y luego enfilarlo para tu culo sería siempre muy superior al artificio ortopédico. Quisiera matizar un poco este parecer, aun estando sustancialmente de acuerdo con él. El problema está en cómo erotizar un arnés, cómo dotarlo de carga libidinal. Mi experiencia con Sol, que ahora detallo, puede arrojar alguna luz a este asunto.
Sol es una brasileña que lleva tiempo viviendo en Valencia por lo que casi no tiene acento. Es joven, de estatura media, con unas grandes y maravillosas tetas de muy buen tocar y una cara luminosa, atractiva, de ojos chispeantes. Atiende en un piso amplio y confortable, con una alcoba que tiene el baño dentro. Ya sabéis lo muy cerdo que soy y lo que sintonizo con mi compadre Vengador: a él le van más los rollos de dominación y violencia y a mí las marranadas. Advierto que voy a ser muy sucio en este relato pero es que a mí, como a San Sade, lo que me la pone más tiesa es ser el mayor cerdo de la pocilga.
Anteayer ya le había advertido a Sol que me recibiera con el chocho al aire sin lavar y, a ser posible, con el ojete sucio. Algo cagó poco antes de mi cita y, tras arrearme un escupitajo en toda la jeta, me ofreció su soberbio culo, abriéndose bien los cachetes para que observara la pequeña mácula de mierda que ostentaba. La absorbí de un lengüetazo, poniéndome de rodillas. Precedido del aroma de su chocho, me llevó al baño y me lavó los bajos concienzudamente. Tenía los labios de un rojo clavel Pinaud, los ojos con rímel y sombras azules alrededor: "Maquíllame, que quiero tener esa cara de puta como tú", le dije. "No sólo la cara, vas a ser mi putita", me respondió. Yo ya le había quitado el sujetador y estaba comiéndole las tetas, las más suaves que conozco. Me puso unas medias negras y me calzó unos zapatos de tacón. "Ahora vete al fondo del pasillo y hazme un desfile para ponérmela tiesa".
Cuando entré en la alcoba ella ya estaba sentada en la cama con el arnés y el mayor cipote de su colección que mide 23x7 cm. Los zapatos me ayudan a contonear el culo. Me lo abro y le enseño mi ojete al mismo tiempo que repaso con la lengua mis morros pintados de puta mamona. "No sé si te va a caber mi polla, so puta", me dice con un nuevo escupitajo. Me siento a su lado, desenrosco el gordo carajo- muy realista, con venas y bultitos- y se lo meto en el chocho. "Hasta el fondo, cabrón y remuévelo bien", me dice. "Mi culo es tan ancho como tu chocho y me va a entrar todo dentro. "Pero mi coño es más hondo, qué te crees".
Sol está ya cachonda como una perra y me habla de un cliente negrata que gasta un sonajero de casi treinta centímetros y que llena el condón de una leche cremosa como el yogurt, "Me tienes que dar cita después de él y guardármelo: ya verías cómo lo vaciaba en mi boca, puta". Se saca el pollón y me lo pasa: chuparlo es también aspirar y saborear las esencias de esa vagina sin lavar. "Cómeme bien el chocho que lo tengo ya baboso". Me zambullo entre sus piernas y hozo en él como un cerdo, chupando, lamiendo, tragando: el coño suelta alguna que otra ventosidad, indicativa de lo muy caliente que está "Mecagoendiós, me lo has hacho tan bien que me dan ganas de mear". Nada se va desperdiciar de lo que salga de su cuerpo: nos vamos al cuarto de baño y me larga una caliente y olorosa meada que en parte trago y me empapa todo el cuerpo.
Volvemos a la habitación. Me pongo a cuatro patas, me vuelvo hacia ella sacando la lengua entre mis labios pintados: "Rómpeme el culo, fóllame lo más fuerte que puedas". Pero antes siento su lengua en un sublime beso negro Cuando me encuentro lleno de polla, me levanto y, con las manos apoyadas en la pared, impulso mi culo hacia su polla y la agarro por las caderas para imprimir mayor ritmo al metesaca.
Luego, en la cama, me siento encima de esa verga descomunal y subo y bajo hasta que me sale humo del ojete. Me pongo frente a ella, un pie en cada hombro y me sigue follando con energía mientras me pellizca salvajemente los pezones. Nuevo revolcón en la cama donde la muerdo y me muerde. "Sácame la leche con la boca y dámela en un morreo". No olvido, mientras me hace la mamada- una de las mejores de Valencia- de removerme la polla en el culo, echando de menos una más larga y más gorda. "Estaría feliz ahora con una polla en la boca", le digo. Se ríe: "Podríamos avisar a mi cliente negro, aunque no te cabría". En los espasmos convulsos de la salida de mi leche, la polla se ciñe a mi culo también haciéndome guiños. Y el morreo con mi propia lefa es de campeonato.
No es el relato de una experiencia con una tranny, pero espero que os haya gustado mi particular manera de erotizar un arnés
Este relato surge a partir de un hilo anterior donde se especulaba si una bio con un arnés provisto de un buen cipote de caucho podía suplir o, al menos, estar a la altura con una tranny de carajo caballar. La opinión generalizada era que no y que el atractivo de un pollón de carne caliente al que poder endurecer con la lengua y luego enfilarlo para tu culo sería siempre muy superior al artificio ortopédico. Quisiera matizar un poco este parecer, aun estando sustancialmente de acuerdo con él. El problema está en cómo erotizar un arnés, cómo dotarlo de carga libidinal. Mi experiencia con Sol, que ahora detallo, puede arrojar alguna luz a este asunto.
Sol es una brasileña que lleva tiempo viviendo en Valencia por lo que casi no tiene acento. Es joven, de estatura media, con unas grandes y maravillosas tetas de muy buen tocar y una cara luminosa, atractiva, de ojos chispeantes. Atiende en un piso amplio y confortable, con una alcoba que tiene el baño dentro. Ya sabéis lo muy cerdo que soy y lo que sintonizo con mi compadre Vengador: a él le van más los rollos de dominación y violencia y a mí las marranadas. Advierto que voy a ser muy sucio en este relato pero es que a mí, como a San Sade, lo que me la pone más tiesa es ser el mayor cerdo de la pocilga.
Anteayer ya le había advertido a Sol que me recibiera con el chocho al aire sin lavar y, a ser posible, con el ojete sucio. Algo cagó poco antes de mi cita y, tras arrearme un escupitajo en toda la jeta, me ofreció su soberbio culo, abriéndose bien los cachetes para que observara la pequeña mácula de mierda que ostentaba. La absorbí de un lengüetazo, poniéndome de rodillas. Precedido del aroma de su chocho, me llevó al baño y me lavó los bajos concienzudamente. Tenía los labios de un rojo clavel Pinaud, los ojos con rímel y sombras azules alrededor: "Maquíllame, que quiero tener esa cara de puta como tú", le dije. "No sólo la cara, vas a ser mi putita", me respondió. Yo ya le había quitado el sujetador y estaba comiéndole las tetas, las más suaves que conozco. Me puso unas medias negras y me calzó unos zapatos de tacón. "Ahora vete al fondo del pasillo y hazme un desfile para ponérmela tiesa".
Cuando entré en la alcoba ella ya estaba sentada en la cama con el arnés y el mayor cipote de su colección que mide 23x7 cm. Los zapatos me ayudan a contonear el culo. Me lo abro y le enseño mi ojete al mismo tiempo que repaso con la lengua mis morros pintados de puta mamona. "No sé si te va a caber mi polla, so puta", me dice con un nuevo escupitajo. Me siento a su lado, desenrosco el gordo carajo- muy realista, con venas y bultitos- y se lo meto en el chocho. "Hasta el fondo, cabrón y remuévelo bien", me dice. "Mi culo es tan ancho como tu chocho y me va a entrar todo dentro. "Pero mi coño es más hondo, qué te crees".
Sol está ya cachonda como una perra y me habla de un cliente negrata que gasta un sonajero de casi treinta centímetros y que llena el condón de una leche cremosa como el yogurt, "Me tienes que dar cita después de él y guardármelo: ya verías cómo lo vaciaba en mi boca, puta". Se saca el pollón y me lo pasa: chuparlo es también aspirar y saborear las esencias de esa vagina sin lavar. "Cómeme bien el chocho que lo tengo ya baboso". Me zambullo entre sus piernas y hozo en él como un cerdo, chupando, lamiendo, tragando: el coño suelta alguna que otra ventosidad, indicativa de lo muy caliente que está "Mecagoendiós, me lo has hacho tan bien que me dan ganas de mear". Nada se va desperdiciar de lo que salga de su cuerpo: nos vamos al cuarto de baño y me larga una caliente y olorosa meada que en parte trago y me empapa todo el cuerpo.
Volvemos a la habitación. Me pongo a cuatro patas, me vuelvo hacia ella sacando la lengua entre mis labios pintados: "Rómpeme el culo, fóllame lo más fuerte que puedas". Pero antes siento su lengua en un sublime beso negro Cuando me encuentro lleno de polla, me levanto y, con las manos apoyadas en la pared, impulso mi culo hacia su polla y la agarro por las caderas para imprimir mayor ritmo al metesaca.
Luego, en la cama, me siento encima de esa verga descomunal y subo y bajo hasta que me sale humo del ojete. Me pongo frente a ella, un pie en cada hombro y me sigue follando con energía mientras me pellizca salvajemente los pezones. Nuevo revolcón en la cama donde la muerdo y me muerde. "Sácame la leche con la boca y dámela en un morreo". No olvido, mientras me hace la mamada- una de las mejores de Valencia- de removerme la polla en el culo, echando de menos una más larga y más gorda. "Estaría feliz ahora con una polla en la boca", le digo. Se ríe: "Podríamos avisar a mi cliente negro, aunque no te cabría". En los espasmos convulsos de la salida de mi leche, la polla se ciñe a mi culo también haciéndome guiños. Y el morreo con mi propia lefa es de campeonato.
No es el relato de una experiencia con una tranny, pero espero que os haya gustado mi particular manera de erotizar un arnés
Publicado el February 08, 2017 at 12:00 am