RELATO TRAVESTI ESPAÑA: Mi estreno con una travesti fue sensacional.
Autor: Torrente71
Mi estreno con una travesti fue hace bastante tiempo, sobre la primavera de 2002; nunca me habían interesado las travestis, hasta que un día en la tele vi un programa sobre ellas: cuando a una travesti le preguntaron qué era lo que más buscaban sus clientes, contestó que ponerse de rodillas y chupar. Me dio bastante morbo aquello y comencé a fantasear con las travestis, quería comerme una polla, e incluso sentir una corrida en mi boca.
Empecé a mirar anuncios en los periódicos,; entonces apenas había páginas de contactos, o al menos yo no las conocía; pero como vivo en una ciudad pequeña, tenía que desplazarme si quería probar; hasta que un día vi un anuncio en el periódico que ponía: “Travesti Daniela, mulata, masajista titulada, dotadísima, activísima y también pasiva”. Ese mismo día me decidí, me duché, fui a una cabina y la llamé.
Era la primera vez que pagaba por sexo, e intuyo que ella se dio cuenta rápidamente. Sólo le dije que quería un masaje, me dio la dirección y me dijo que estuviera allí en 20 minutos, estaba muy cerca de mi casa, así que esos 20 minutos fueron eternos, y aunque se me pasó por la cabeza abandonar la idea, al final me decidí.
Eran las 5 de la tarde más o menos, así que después de asegurarme que no me viera nadie, piqué, me abrió sin contestar y subí. Cuando llegué la puerta estaba abierta y allí estaba ella; en el anuncio decía mulata, pero tenía la piel totalmente negra; era muy alta (en parte por los zapatos de tacón), muy delgada y con una melena lisa. Iba vestida con una bata blanca de enfermera , lo suficientemente corta para que se pudieran ver unas bragas rojas (tipo culote), que hacían juego con unas medias también rojas.
Entramos a una salita bastante cutre con las persianas casi abajo, por lo que no había demasiada luz, era una salita de toda la vida: con su mesa, sillas, un sillón y un mueble que ocupaba gran parte de la pared, con el hueco de la tele vacío. Me preguntó cuánto tiempo y yo le dije una hora; le pagué 100 euros y, aunque me había dicho por teléfono que eran 80, no me devolvió nada. No lo reclamé, ya que era mi primera vez y quería tenerla contenta.
Me dijo que me desnudara y se fue con el dinero, me quité toda la ropa menos los calzoncillos y esperé de pie como un gilipollas. Cuando entró me dijo: -quítate los calzoncillos, cielo-.
Lo hice y me dijo que le acompañara a lavarme; pasamos por un pasillo largo, y al final había un baño. Me pidió que me sentara en el bidet, abrió en grifo y se enjabonó las manos. Estaba detrás de mí y se agachó a lavarme la polla y los huevos; entonces vi algo que no me gustó nada: aunque llevaba sujetador, también rojo, no tenía tetas; y el pelo no era suyo, era una peluca muy cutre, con los pelos claramente sintéticos.
Joder ¡Era un tío vestido de tía!. Esto no era con lo que yo fantaseaba. Empezó a lavarme la polla (que se puso dura enseguida) y los huevos. Después empezó a lavarme el culo, frotándolo con la palma de la mano, hasta que repente, noto que me introduce un dedo; y yo me incorporo y le hago saber tímidamente que no es eso lo que busco.
Me da un papel para secarme y nos vamos hacia la salita donde estaba la camilla; ella siempre iba detrás de mí, como si no quisiera que la observara. En ese momento estaba pensando que era un tío que se llamaba Daniel, con una peluca y ropa de tía. Una vez que llegamos me preguntó que quería hacer.
-Un masaje-, contesté yo.
-Túmbate- me dijo.
Me eché boca abajo, y unos instantes después sentía algo frío por la espalda, y como empezaba a masajearme los hombros y la espalda. Poco después bajó a mis nalgas y mis piernas. Se centró mucho en mis muslos; saltaba de un muslo a otro, y siempre subía hacia mi culo, introduciendo el canto de su mano entre mis nalgas, y apretándomelo fuertemente contra mi ojete. Al final acabó masajeándome sólo el culo: me separaba las nalgas y me lo frotaba con un dedo, aunque esta vez no me penetró.
Después de un rato así me pidió que me diera la vuelta. Me di cuenta que se había quitado las bragas y que la bata sólo estaba abotonada por el botón de arriba, lo que me excitó mucho, aunque yo ya estaba con la polla dura. Me echó de nuevo el ungüento frío por el pecho y empezó a masajearme el pecho, centrándose en mis pezones, pellizcándolos. Al rato se centró en mi brazo izquierdo; primero el hombro, brazo, antebrazo, y la mano. Separó la mano de mi cuerpo y se la acercó a su cuerpo; entonces noté una zona peluda que eran sus huevos, y comencé a masajearlos.
Umm… que sensación….
Ella se fue también hacia mis huevos y mi polla. Dejé sus huevos y me centré yo también en su polla. Estaba excitadísimo, era la primera vez que tocaba una polla; estaba loco por comérsela. La empecé a mover y sentía como se ponía dura. ¡Dios mío! Qué sensación, qué morbo me estaba dando. Mientras tanto ella dobló mis rodillas y empezó a jugar con mi polla, mis huevos; y, como no, mi culo. Al cabo de un rato me pregunta:
-¿A qué has venido?-
-A que me dieras un masaje- contesto yo
-¿Sólo un masaje?- insiste
-No, quizá algo más-
-¿Sí? ¿Qué más?- me pregunta con mucha suavidad
-También he venido a comerte la polla. ¿Puedo?-
-Claro, cielo. Date la vuelta-
Me vuelvo a poner boca abajo, pero apoyándome en mis brazos, con la cabeza fuera de la camilla. Se pone delante de mí y dice con tono muy autoritario: -Cómemela-. Uff.. cómo me estaba poniendo. Tenía una polla enorme, negra, totalmente recta y ya estaba durísima. Me la metí en la boca y las expectativas que tenía se quedaron cortas; era una sensación maravillosa. Ella empezó a gemir y a moverse, comenzó a follarme la boca y a decirme cosas como
-¿Así que te gusta comer pollas?-
Yo, lógicamente sólo podía responder con un sonido, pero yo también sentía mi polla como una piedra. Un rato después, comenzó a acariciarme la cabeza, hombros, espalda, para acabar en mi culo. De nuevo empezó a jugar con él, frotándomelo de nuevo con un dedo, instintivamente abrí un poco mis piernas y puse mi culo en pompa; esto le puso a tope porque empezó a gemir más, y a hacer comentarios de aprobación por mi gesto; acto seguido comenzó penetrarme con un dedo, pero esta vez sin oposición ninguna.
No sé quién de los dos disfrutaba más, ella estaba cachondísima; sobre todo porque me notaba totalmente inexperto. En un momento dado, se separó de mí, fue a la ventana y abrió la persiana; volvió a ponerse delante de mí, acercó su dedo corazón a mi boca y me dijo: -chúpalo- Lo metí en la boca, lo chupé y después de un buen rato, volvió a meterme la polla en la boca y a jugar con mi culo, penetrándome de nuevo. Yo estaba deseando que se corriera en mi boca, pero sus planes conmigo eran otros estreno con una travesti.
Después de un rato comiéndole la polla me dijo:-siéntate-. Me empezaba a hablar con un tono muy suave, pero muy autoritario, como dándome órdenes; y lo cojonudo era que a mí me encantaba ese tono. Me doy media vuelta y me siento en la camilla a lo largo. Ella me indica que me siente a lo ancho, guiándome de forma que quedara sentado a lo ancho con mi culo fuera de la camilla. Se pone detrás de mí y veo como se deshace de la bata y la deja encima de una silla.
Empieza a darme un masaje por los hombros y mi espalda; seguidamente me pasa la lengua por la espalda hasta llegar a mi culo, noto como se pone de rodillas y como me abre las nalgas, para introducir su lengua en mi ano; mi espalda instintivamente se arqueó, casi sin yo poner evitarlo. Creo que en ese momento supe que ese día iban a romperme el culo, algo que ni siquiera se me había pasado por la cabeza. Había perdido la batalla: mi culo estaba a su entera disposición.
Estuvo un buen rato comiéndome el culo y yo disfrutando como nunca, hasta que se para y se va hacia un cajón, para coger un consolador, un tubo con lubricante, y un condón. El consolador no era demasiado grande: dos centímetros de diámetro más o menos, y tenía un tono metálico. Yo de forma, ya poco convincente, le digo
-¿qué vas a hacer?-
Se puso de nuevo detrás de mí, de pie, y me susurró:
-relájate-
Untó un dedo con lubricante, y me penetró de nuevo, con la otra mano me cogía mi polla, que se había relajado un poco. Acto seguido, se volvió a poner de rodillas, y empecé a sentir como el frío consolador entraba en mi culo sin ninguna dificultad. Seguía de rodillas mirando cómo entraba el consolador en mi culo.
Era una situación muy morbosa, y aunque no me dolía, no sentía placer; hasta que de repente, empezó a vibrar. Era un vibrador y estaba vibrando en mi culo. ¡Dios mío! Instantáneamente, empecé a retorcerme de placer y a gemir como una perra, con la polla otra vez totalmente dura. Ella se pone de pie detrás de mí, con una mano sujeta el vibrador y con la otra me abraza por el cuello, y comienza a susurrarme:
-¿A qué has venido?-
-A un masaje- contesto entre gemidos
-¿Qué más?- pregunta autoritaria
-Y a comerte la polla-
-¿Y qué más?– insiste
-No sé- contesto dubitativo
-¿No lo sabes? ¿Quieres que te saque el vibrador?-
-Nooooo- suplico yo
-¿A qué has venido, entonces?-
-¡A que me des por el culo!- contesté resignado
-¿Si? ¿Quieres que te dé por el culo?- pregunta de nuevo
-Siii. Dame por el culo-
Mi estreno con una travesti. Resulta como en los videos de travestis.
Entonces me pidió, o mejor dicho, me ordenó que me diera la vuelta, para chuparle la polla de nuevo, hasta que ella me dijo que me sentara de nuevo como estaba antes, una vez que su polla estaba dura. Noto como se pone el condón, me introduce un dedo con lubricante, se quita los zapatos, más que nada para estar mi culo y su polla a la misma altura.
También se quita las medias, de forma que se queda sólo con el sujetador, y empieza a penetrarme, muy suavemente. No me dolía nada, no tardo nada en meterla toda. Me parece increíble que aquella polla entrara en mi culo. Se quedó quieta unos instantes, me agarró por los hombros y empezó a follarme despacio.
Estaba sentado en la camilla a lo ancho con el culo fuera de la camilla y mi espalda totalmente arqueada. Seguía follándome despacio, metiéndola y sacándola. Joder ¡Tenía una polla en mi culo! De repente me volvió a rodear con sus brazos y empezó a susurrarme al oído:
-¿A qué has venido?-
-A que me dieras por el culo- contesté
Entonces ella me la metió de golpe con fuerza.
-Dímelo otra vez, mariconazo- me ordenó
-He venido a que me dieras por el culo- repetí
Cada vez que se lo decía me daba una fuerte embestida, y volvía a preguntarme:
-¿A qué has venido, mariconazo?-
-A que me dieras por el culo- contesté esperando su embestida
-Dímelo, dime que eres un mariconazo que le gusta que le den por el culo-
-Soy un mariconazo que me gusta que le den por el culo- dije, totalmente humillado.
Esto le puso a mil, ya que empezó a jadear en mi oído, hasta que me soltó y vi como tiraba el sujetador encima de la silla. Siguió un rato follándome fuertemente, hasta que vi que se quitaba la peluca y la tiraba delante de mí, como si quisiera que yo la viera. ¡Dios mío!, lo que yo buscaba era hacerle una mamada a una travesti, y ahora me estaba follando un negro; y lo peor era que estaba disfrutando como nunca.
Después de un rato, paró, la sacó y me dijo que me diera la vuelta: quería que yo viera quien me estaba follando.
-mira quien te está follando, mariconazo-, dijo.
Me echo en la camilla boca arriba, él se pone a mis pies y me dice:
-acércate-
Me saca el culo fuera de la camilla, aunque esta vez boca arriba, me sube las piernas, me aprieta mis muslos contra mi barriga, se queda observando mi culo totalmente abierto, con cara de vicioso, y me dice:
-Quiero que me llames Víctor, mariconazo-
-Sí, Víctor- contesto. Hubiera apostado que se llamaba Daniel.
-¿A qué has venido?- me pregunta de nuevo
-A que me dieras por culo, Víctor-
Entonces, me mete la polla de golpe, con fuerza. Se me escapa un grito, pero no de dolor, ¡de placer! Dios mío, si en la otra postura estaba disfrutando, ahora el placer que sentía era indescriptible; por un momento pensé que me iba a correr sin tocarme. Así empieza a follarme con fuerza, apretándome los muslos con fuerza contra mi barriga, yo estaba totalmente inmóvil, jadeando como una perra. -¡me corro!- grito.
Víctor me coge la polla y empieza a pajearme, y a jadear él también con fuerza, hasta que se va a correr; entonces le quito su mano de mi polla, y con un par de meneos con mi mano, me sale una corrida bestial. Nunca me había salido tanto semen de mi polla. Él también se corre en mi culo, aunque no sé quién de los dos se corrió primero.
Una vez se acabó, me levanté y fui hacia mi ropa rápidamente,
-¿quieres lavarte un poco?- me pregunta, con una sonrisa que yo interpreté socarrona.
–No, marcho- contesto.
Me visto y me voy corriendo. Bajé a la calle por las escaleras, totalmente aturdido y avergonzado de mí mismo. Una vez en la calle miraba a la gente, y parecía que todos sabían que me acababan de romper el culo. Me juré a mí mismo que nunca más lo haría… pero…
Mi estreno con una travesti fue hace bastante tiempo, sobre la primavera de 2002; nunca me habían interesado las travestis, hasta que un día en la tele vi un programa sobre ellas: cuando a una travesti le preguntaron qué era lo que más buscaban sus clientes, contestó que ponerse de rodillas y chupar. Me dio bastante morbo aquello y comencé a fantasear con las travestis, quería comerme una polla, e incluso sentir una corrida en mi boca.
Empecé a mirar anuncios en los periódicos,; entonces apenas había páginas de contactos, o al menos yo no las conocía; pero como vivo en una ciudad pequeña, tenía que desplazarme si quería probar; hasta que un día vi un anuncio en el periódico que ponía: “Travesti Daniela, mulata, masajista titulada, dotadísima, activísima y también pasiva”. Ese mismo día me decidí, me duché, fui a una cabina y la llamé.
Era la primera vez que pagaba por sexo, e intuyo que ella se dio cuenta rápidamente. Sólo le dije que quería un masaje, me dio la dirección y me dijo que estuviera allí en 20 minutos, estaba muy cerca de mi casa, así que esos 20 minutos fueron eternos, y aunque se me pasó por la cabeza abandonar la idea, al final me decidí.
Eran las 5 de la tarde más o menos, así que después de asegurarme que no me viera nadie, piqué, me abrió sin contestar y subí. Cuando llegué la puerta estaba abierta y allí estaba ella; en el anuncio decía mulata, pero tenía la piel totalmente negra; era muy alta (en parte por los zapatos de tacón), muy delgada y con una melena lisa. Iba vestida con una bata blanca de enfermera , lo suficientemente corta para que se pudieran ver unas bragas rojas (tipo culote), que hacían juego con unas medias también rojas.
Entramos a una salita bastante cutre con las persianas casi abajo, por lo que no había demasiada luz, era una salita de toda la vida: con su mesa, sillas, un sillón y un mueble que ocupaba gran parte de la pared, con el hueco de la tele vacío. Me preguntó cuánto tiempo y yo le dije una hora; le pagué 100 euros y, aunque me había dicho por teléfono que eran 80, no me devolvió nada. No lo reclamé, ya que era mi primera vez y quería tenerla contenta.
Me dijo que me desnudara y se fue con el dinero, me quité toda la ropa menos los calzoncillos y esperé de pie como un gilipollas. Cuando entró me dijo: -quítate los calzoncillos, cielo-.
Lo hice y me dijo que le acompañara a lavarme; pasamos por un pasillo largo, y al final había un baño. Me pidió que me sentara en el bidet, abrió en grifo y se enjabonó las manos. Estaba detrás de mí y se agachó a lavarme la polla y los huevos; entonces vi algo que no me gustó nada: aunque llevaba sujetador, también rojo, no tenía tetas; y el pelo no era suyo, era una peluca muy cutre, con los pelos claramente sintéticos.
Joder ¡Era un tío vestido de tía!. Esto no era con lo que yo fantaseaba. Empezó a lavarme la polla (que se puso dura enseguida) y los huevos. Después empezó a lavarme el culo, frotándolo con la palma de la mano, hasta que repente, noto que me introduce un dedo; y yo me incorporo y le hago saber tímidamente que no es eso lo que busco.
Me da un papel para secarme y nos vamos hacia la salita donde estaba la camilla; ella siempre iba detrás de mí, como si no quisiera que la observara. En ese momento estaba pensando que era un tío que se llamaba Daniel, con una peluca y ropa de tía. Una vez que llegamos me preguntó que quería hacer.
-Un masaje-, contesté yo.
-Túmbate- me dijo.
Me eché boca abajo, y unos instantes después sentía algo frío por la espalda, y como empezaba a masajearme los hombros y la espalda. Poco después bajó a mis nalgas y mis piernas. Se centró mucho en mis muslos; saltaba de un muslo a otro, y siempre subía hacia mi culo, introduciendo el canto de su mano entre mis nalgas, y apretándomelo fuertemente contra mi ojete. Al final acabó masajeándome sólo el culo: me separaba las nalgas y me lo frotaba con un dedo, aunque esta vez no me penetró.
Después de un rato así me pidió que me diera la vuelta. Me di cuenta que se había quitado las bragas y que la bata sólo estaba abotonada por el botón de arriba, lo que me excitó mucho, aunque yo ya estaba con la polla dura. Me echó de nuevo el ungüento frío por el pecho y empezó a masajearme el pecho, centrándose en mis pezones, pellizcándolos. Al rato se centró en mi brazo izquierdo; primero el hombro, brazo, antebrazo, y la mano. Separó la mano de mi cuerpo y se la acercó a su cuerpo; entonces noté una zona peluda que eran sus huevos, y comencé a masajearlos.
Umm… que sensación….
Ella se fue también hacia mis huevos y mi polla. Dejé sus huevos y me centré yo también en su polla. Estaba excitadísimo, era la primera vez que tocaba una polla; estaba loco por comérsela. La empecé a mover y sentía como se ponía dura. ¡Dios mío! Qué sensación, qué morbo me estaba dando. Mientras tanto ella dobló mis rodillas y empezó a jugar con mi polla, mis huevos; y, como no, mi culo. Al cabo de un rato me pregunta:
-¿A qué has venido?-
-A que me dieras un masaje- contesto yo
-¿Sólo un masaje?- insiste
-No, quizá algo más-
-¿Sí? ¿Qué más?- me pregunta con mucha suavidad
-También he venido a comerte la polla. ¿Puedo?-
-Claro, cielo. Date la vuelta-
Me vuelvo a poner boca abajo, pero apoyándome en mis brazos, con la cabeza fuera de la camilla. Se pone delante de mí y dice con tono muy autoritario: -Cómemela-. Uff.. cómo me estaba poniendo. Tenía una polla enorme, negra, totalmente recta y ya estaba durísima. Me la metí en la boca y las expectativas que tenía se quedaron cortas; era una sensación maravillosa. Ella empezó a gemir y a moverse, comenzó a follarme la boca y a decirme cosas como
-¿Así que te gusta comer pollas?-
Yo, lógicamente sólo podía responder con un sonido, pero yo también sentía mi polla como una piedra. Un rato después, comenzó a acariciarme la cabeza, hombros, espalda, para acabar en mi culo. De nuevo empezó a jugar con él, frotándomelo de nuevo con un dedo, instintivamente abrí un poco mis piernas y puse mi culo en pompa; esto le puso a tope porque empezó a gemir más, y a hacer comentarios de aprobación por mi gesto; acto seguido comenzó penetrarme con un dedo, pero esta vez sin oposición ninguna.
No sé quién de los dos disfrutaba más, ella estaba cachondísima; sobre todo porque me notaba totalmente inexperto. En un momento dado, se separó de mí, fue a la ventana y abrió la persiana; volvió a ponerse delante de mí, acercó su dedo corazón a mi boca y me dijo: -chúpalo- Lo metí en la boca, lo chupé y después de un buen rato, volvió a meterme la polla en la boca y a jugar con mi culo, penetrándome de nuevo. Yo estaba deseando que se corriera en mi boca, pero sus planes conmigo eran otros estreno con una travesti.
Después de un rato comiéndole la polla me dijo:-siéntate-. Me empezaba a hablar con un tono muy suave, pero muy autoritario, como dándome órdenes; y lo cojonudo era que a mí me encantaba ese tono. Me doy media vuelta y me siento en la camilla a lo largo. Ella me indica que me siente a lo ancho, guiándome de forma que quedara sentado a lo ancho con mi culo fuera de la camilla. Se pone detrás de mí y veo como se deshace de la bata y la deja encima de una silla.
Empieza a darme un masaje por los hombros y mi espalda; seguidamente me pasa la lengua por la espalda hasta llegar a mi culo, noto como se pone de rodillas y como me abre las nalgas, para introducir su lengua en mi ano; mi espalda instintivamente se arqueó, casi sin yo poner evitarlo. Creo que en ese momento supe que ese día iban a romperme el culo, algo que ni siquiera se me había pasado por la cabeza. Había perdido la batalla: mi culo estaba a su entera disposición.
Estuvo un buen rato comiéndome el culo y yo disfrutando como nunca, hasta que se para y se va hacia un cajón, para coger un consolador, un tubo con lubricante, y un condón. El consolador no era demasiado grande: dos centímetros de diámetro más o menos, y tenía un tono metálico. Yo de forma, ya poco convincente, le digo
-¿qué vas a hacer?-
Se puso de nuevo detrás de mí, de pie, y me susurró:
-relájate-
Untó un dedo con lubricante, y me penetró de nuevo, con la otra mano me cogía mi polla, que se había relajado un poco. Acto seguido, se volvió a poner de rodillas, y empecé a sentir como el frío consolador entraba en mi culo sin ninguna dificultad. Seguía de rodillas mirando cómo entraba el consolador en mi culo.
Era una situación muy morbosa, y aunque no me dolía, no sentía placer; hasta que de repente, empezó a vibrar. Era un vibrador y estaba vibrando en mi culo. ¡Dios mío! Instantáneamente, empecé a retorcerme de placer y a gemir como una perra, con la polla otra vez totalmente dura. Ella se pone de pie detrás de mí, con una mano sujeta el vibrador y con la otra me abraza por el cuello, y comienza a susurrarme:
-¿A qué has venido?-
-A un masaje- contesto entre gemidos
-¿Qué más?- pregunta autoritaria
-Y a comerte la polla-
-¿Y qué más?– insiste
-No sé- contesto dubitativo
-¿No lo sabes? ¿Quieres que te saque el vibrador?-
-Nooooo- suplico yo
-¿A qué has venido, entonces?-
-¡A que me des por el culo!- contesté resignado
-¿Si? ¿Quieres que te dé por el culo?- pregunta de nuevo
-Siii. Dame por el culo-
Mi estreno con una travesti. Resulta como en los videos de travestis.
Entonces me pidió, o mejor dicho, me ordenó que me diera la vuelta, para chuparle la polla de nuevo, hasta que ella me dijo que me sentara de nuevo como estaba antes, una vez que su polla estaba dura. Noto como se pone el condón, me introduce un dedo con lubricante, se quita los zapatos, más que nada para estar mi culo y su polla a la misma altura.
También se quita las medias, de forma que se queda sólo con el sujetador, y empieza a penetrarme, muy suavemente. No me dolía nada, no tardo nada en meterla toda. Me parece increíble que aquella polla entrara en mi culo. Se quedó quieta unos instantes, me agarró por los hombros y empezó a follarme despacio.
Estaba sentado en la camilla a lo ancho con el culo fuera de la camilla y mi espalda totalmente arqueada. Seguía follándome despacio, metiéndola y sacándola. Joder ¡Tenía una polla en mi culo! De repente me volvió a rodear con sus brazos y empezó a susurrarme al oído:
-¿A qué has venido?-
-A que me dieras por el culo- contesté
Entonces ella me la metió de golpe con fuerza.
-Dímelo otra vez, mariconazo- me ordenó
-He venido a que me dieras por el culo- repetí
Cada vez que se lo decía me daba una fuerte embestida, y volvía a preguntarme:
-¿A qué has venido, mariconazo?-
-A que me dieras por el culo- contesté esperando su embestida
-Dímelo, dime que eres un mariconazo que le gusta que le den por el culo-
-Soy un mariconazo que me gusta que le den por el culo- dije, totalmente humillado.
Esto le puso a mil, ya que empezó a jadear en mi oído, hasta que me soltó y vi como tiraba el sujetador encima de la silla. Siguió un rato follándome fuertemente, hasta que vi que se quitaba la peluca y la tiraba delante de mí, como si quisiera que yo la viera. ¡Dios mío!, lo que yo buscaba era hacerle una mamada a una travesti, y ahora me estaba follando un negro; y lo peor era que estaba disfrutando como nunca.
Después de un rato, paró, la sacó y me dijo que me diera la vuelta: quería que yo viera quien me estaba follando.
-mira quien te está follando, mariconazo-, dijo.
Me echo en la camilla boca arriba, él se pone a mis pies y me dice:
-acércate-
Me saca el culo fuera de la camilla, aunque esta vez boca arriba, me sube las piernas, me aprieta mis muslos contra mi barriga, se queda observando mi culo totalmente abierto, con cara de vicioso, y me dice:
-Quiero que me llames Víctor, mariconazo-
-Sí, Víctor- contesto. Hubiera apostado que se llamaba Daniel.
-¿A qué has venido?- me pregunta de nuevo
-A que me dieras por culo, Víctor-
Entonces, me mete la polla de golpe, con fuerza. Se me escapa un grito, pero no de dolor, ¡de placer! Dios mío, si en la otra postura estaba disfrutando, ahora el placer que sentía era indescriptible; por un momento pensé que me iba a correr sin tocarme. Así empieza a follarme con fuerza, apretándome los muslos con fuerza contra mi barriga, yo estaba totalmente inmóvil, jadeando como una perra. -¡me corro!- grito.
Víctor me coge la polla y empieza a pajearme, y a jadear él también con fuerza, hasta que se va a correr; entonces le quito su mano de mi polla, y con un par de meneos con mi mano, me sale una corrida bestial. Nunca me había salido tanto semen de mi polla. Él también se corre en mi culo, aunque no sé quién de los dos se corrió primero.
Una vez se acabó, me levanté y fui hacia mi ropa rápidamente,
-¿quieres lavarte un poco?- me pregunta, con una sonrisa que yo interpreté socarrona.
–No, marcho- contesto.
Me visto y me voy corriendo. Bajé a la calle por las escaleras, totalmente aturdido y avergonzado de mí mismo. Una vez en la calle miraba a la gente, y parecía que todos sabían que me acababan de romper el culo. Me juré a mí mismo que nunca más lo haría… pero…
Publicado el November 14, 2017 at 12:00 am